Aina Ros Saltó es una apasionada defensora de los derechos humanos y la preservación de la diversidad biocultural. Incansable promotora de la paz y exploradora de culturas remotas, ha dedicado gran parte de su vida a proteger y estudiar las comunidades más aisladas del planeta. Actualmente, uno de sus principales focos de actividad es la enseñanza del Ho’oponopono, una técnica curativa que tiene como base la premisa de que el universo es una unidad. Esta práctica busca ayudar a las personas a perdonar, resolver problemas y llevar a cabo una transformación vital.
El Ho’oponopono es una antigua tradición hawaiana que se transmitía oralmente de generación en generación, con el objetivo de restaurar la paz tanto a nivel personal como comunitario. La técnica potencia el perdón mutuo, la meditación y el equilibrio, proporcionando un camino para resolver cualquier conflicto. Según Ros Saltó, se basa en dos pasos esenciales: primero, asumir la responsabilidad del problema que se quiere resolver; y segundo, pedir al universo que sane aquello en nosotros que ha causado la situación.
Para practicar el Ho’oponopono, se emplean cuatro frases clave: «lo siento», «perdón», «gracias» y «te amo». Estas palabras activadoras envían una invitación al universo para que intervenga en nuestra vida y transforme los problemas en oportunidades. A través de sus cursos, Aina enseña a sus estudiantes técnicas de visualización y gestión de energía, con el objetivo de «aprender a gestionar esa energía a nuestro favor».
Tras vivir varios años en la Polinesia, Ros Saltó ha llevado a cabo estudios de campo sobre la cosmovisión de estas culturas, explorando más allá del Ho’oponopono. Esta inmersión en las tradiciones polinesias le ha permitido ofrecer un enfoque profundo en sus cursos, donde se invita a los participantes a descubrir «la puerta que te conecta profundamente con el universo» y comprender cómo estructurar esa conexión. «Lo que hago es dejar de intentar adaptar las cosas a nuestra visión del mundo, y en su lugar, entender que existen otras formas de vida y de conexión», señala.
Aina cuenta que, tras convivir durante años en islas remotas, experimentó un choque cultural al regresar al mundo occidental, lo que la llevó a sentirse desconectada. Fue precisamente esa experiencia la que la inspiró a desarrollar el curso que ahora imparte. Sus clases ofrecen a los participantes la oportunidad de aprender a pedir al universo, reconociendo que «tenemos la capacidad energética de pedir lo que queramos, siempre que sea en sintonía con nuestro propósito de vida y no con los deseos del ego».
Uno de los aspectos más importantes de sus cursos es el seguimiento que ofrece. «Lo fundamental es que después del curso intensivo, las personas puedan dar continuidad a la práctica, y mantenernos en contacto para resolver cualquier duda que les surja mientras lo practican», concluye Ros Saltó.