La Navidad es una época que suele estar asociada a los excesos, tanto en las compras compulsivas como en los banquetes. Entender por qué nuestro cerebro nos impulsa a gastar más de lo necesario y cómo gestionar las emociones durante estas fechas es fundamental para evitar que las finanzas se descontrolen. La psicóloga, astróloga y publicista María Ángeles Montilla aborda estas cuestiones desde una perspectiva neurocientífica y emocional.
El marketing navideño juega un papel fundamental en este comportamiento. La Navidad está instalada en el consciente colectivo como un momento mágico, pero también es una temporada en la que el marketing nos lleva a actuar impulsivamente, promoviendo el consumo desmedido. En muchos casos, este gasto excesivo deriva en compromisos financieros difíciles de afrontar posteriormente.
Desde la neurociencia, Montilla explica qué sucede en nuestro cerebro cuando recibimos ciertos estímulos que nos llevan a comprar y por qué algunas personas tienen una mayor predisposición a consumir de manera compulsiva. Además, gracias a su experiencia en publicidad y grandes empresas, detalla cómo el comercio minorista utiliza estrategias para estimular este consumo excesivo.
Una de las principales recomendaciones de la experta es identificar el valor interno que cada persona le da a la Navidad. Es importante reconocer si hay algún tipo de “vacío” emocional que nos empuja a consumir sin límites. Montilla realizó una encuesta en sus redes sociales en la que participaron más de 2.000 personas, y el 80% identificó un vacío emocional relacionado con los hábitos navideños.
Cuando existe esa sensación de vacío, es crucial comprender qué lo provoca y cómo podemos gestionarlo para no caer en comportamientos perjudiciales. Montilla recomienda volver a lo esencial, a los pequeños detalles que realmente aportan felicidad, como compartir momentos con familiares y amigos. La verdadera magia de la Navidad no reside en el consumo, sino en los valores de unión y generosidad.
Para complementar este enfoque, Montilla sugiere realizar un ejercicio práctico para establecer un presupuesto claro para la Navidad y ceñirse a él. En lugar de recurrir únicamente a regalos materiales, propone considerar alternativas significativas que no impliquen un gran desembolso económico, como experiencias compartidas o detalles personalizados.
En definitiva, gestionar las emociones y comprender los mecanismos que nos llevan a consumir impulsivamente puede ayudarnos a disfrutar de una Navidad más equilibrada y consciente, centrada en lo que realmente importa.